Hasta hace poco las cárceles
fueron espacios nocivos, peligrosos,
insalubres, denigrantes
para la convivencia humana. Eran escuelas del delito, donde se
perfeccionaban las técnicas para delinquir. A través de un sistema de
preferencias dado por la corrupción, había detenidos que podían
tener mayores comodidades que otros o portar armas con las
cuales agredían a sus compañeros.
En su interior continuaban
funcionando mafias, bandas de delincuentes, se consumían alcohol y
drogas.
La gran mayoría de la población penitenciaria ha reportado bajos
niveles de escolaridad, no sabe un
oficio ni
tiene profesión.
Según el tipo de PPL, las cárceles se clasifican en:
cárceles para hombres, para mujeres y para adolescentes infractores. Igualmente, hay
pabellones para personas de alta peligrosidad, mediana o baja peligrosidad, según
el delito.
Diego Lema
06 de Abril del 2020
06 de Abril del 2020
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